miércoles, 8 de agosto de 2018

juraría que te he visto mirándome cuando yo no miraba

y no has sido capaz de decirme nada.

Te has quedado quieto viendo como me alejaba, como me rompía en mil pedazos y no has sido capaz ni de girar la cabeza y preguntar el porqué. Parado, cuando lloraba y me quedaba desnuda mostrando mi yo más débil e idefenso sin ninguna coraza ante ti. Parando mientras a mi me ahogaba cada puta palabra. Quieto cuando lo único que pedía era que te acercases y me abrazases fuerte. Te has quedado quieto mientras yo solo quería lo mejor para ti, aunque no fuera yo ni mucho menos, mientras rompía los pactos que me hice en el pasado de no dejar mi orgullo atrás por ningún niñato que solo pensará en meterla. Y lo dejé atrás y me fallé y ojalá nunca hubiese vuelto a confiar. Y menos en ti.

No has sido capaz de decirme nada. Ni de lo bueno ni de lo malo. Ni de los besos, esos que hacíamos interminables, que saben tanto ati, y que sin querer me erizan la piel. Ni de los abrazos con cada parte de ti pegada ami, y tu respirar en mi oído, como una nana que mece a una niña que no encuentra como dormirse. Ni de tus manos tocando mi piel despacio y trastornando mi cabeza. Mi cabeza trastornada y loca. Trastornada y loca porque no entiende como se puede pasar por alto todas esas sensaciones, como se puede obviar aquello que te hace perder la cabeza y te detiene el tiempo, que te hace dejar el orgullo atrás y recaer como recae un yonki con la cocaína o un fumador con el tabaco. Y hacer como si nada. Como si no hubiese pasado nada. Como si nunca hubiesemos sido nada.

No has sido capaz. De mirarme y decirme que hace tiempo ya no soy quien quieres que te despierte al lado tuyo en la cama. Que no soy lo que esperabas, lo que querías, lo que creías... Que no me mirabas con los ojos chinitos de enamorado, que no me podías aguantar y que tenías un problema serio conmigo porque solo yo sabía hacerte perder el control de todas las maneras posibles. Que aunque te saque de quicio una y mil veces, aguantarías todo y más por volver a dormir agarrado del piercing de mi ombligo, respirando fuerte en mi nuca. Que con el tiempo serías capaz de consentirme, cuidarme y mimarme... quererme, odiarme. Pero no has sido capaz, como todas las cosas que tampoco fuiste capaz de decirme, que nunca me dirás y que se convertirán en silencios, silencios que nos harán ruido toda la puta vida porque has sido un cobarde y no has sido capaz.

vivir deprisa y mal

Así diría que es mi vida últimamente: vivir deprisa y mal. Al ritmo del verano. Levántate, arréglate, ponte tus mejores galas y lárgate con una sonrisa que ni tu puedes sostener. Haz de tu vida una vida perfecta y rota. Sigue tus impulsos, déjate llevar... y así es. Vivir deprisa y mal, sin pensar, siguiendo los pasos que algún día yo borré tiempo atrás. Paseando por mis huellas del verano pasado y del anterior. Y qué decir... no me va mucho mejor. Sigo igual de sola, igual de rota, un poco más caprichosa, repitiendo mis mismos errores, cayendo en los mismos pozos sin fondo, con menos ganas de absolutamente todo. Aveces pienso que algún día me tocará madurar, que no puedo vivir así, en bucle, deprisa y mal.