domingo, 24 de marzo de 2013

SOS

Ya he probado estar cinco días sin dormir y comer decentemente y creo que ya no puedo más. Y lo digo con la boca pequeña, y es un asco. Porque sé que si que puedo y seguramente durante mucho más tiempo. Llevo 18 meses de recuerdos amarrados al cuello en forma de cuerda y me están tirando a ahogar. Y lo están consiguiendo los hijos de puta. He llorado todo lo que no he llorado en mi vida y creo que mis lágrimas se han vuelto a secar otra buena temporada.          Digo que me estoy cavando mi propia tumba y las primeras preguntas que se te vienen a la cabeza es que si estoy o loca o tonta. Y lo que yo te puedo responder es que estoy demasiado cuerda. Me estoy cavando mi propia tumba, estoy cogiendo velocidad hacia el precipicio y me da igual. Y me acuerdo de eso de que cuando lo has perdido todo no tienes nada que perder y me acuerdo de mí y de mis estúpidas teorías acompañadas por humo y luna llena, y pienso que es mentira. Porque después de perderlo todo, te queda una sola cosa que perder. Te pierdes a ti misma. Y lo haces para siempre. Pero supongo que si que es cierto que tenemos que perdernos unas cuantas veces para encontrar el buen camino.          Lo cierto es que ami ahora lo que menos me importa es el camino. No quiero camino. Tan solo pido vagar sin rumbo, sin tener que chocarme con ninguna molesta piedra más, porque te juro que no tengo más espacio en la piel para más cicatrices, ni para más lecciones.          Tengo en la frente inscrito un cartel que pone: NO CONFÍO, así que no confíes en mi. Y mira que yo he sido de confiar. Y mucho. Casi tanto como en mí misma. Pero ya ni quiero, ni me sale. Porque ya ni confío en nadie, ni en mi misma.         Ya nadie ofrece rescate para que me salven. Ya nadie intenta salvarme. Porque saben que es inútil. Porque ya no quiero que nadie me salve, ni si quiera quiero tener a nadie cerca. Porque nadie puede salvarme. Bueno, si. Y no, no quiero rescates.                    Supongo que todos los buenos textos vienen dados de la mano con días cargados de buena mierda y sobre todo de eso, de lecciones, de te quieros y ilusiones que quedaron rasgadas por algún que otro gilipollas. Y eso. Que tengo que dejar de hacer el tonto con gilipollas.      Pero es que no quiero verme llorando y sin abrazos y sin besos y sin te quieros al oído              Creo que el precio que estoy pagando por haber vivido todos esos momentos que erizan la piel es más que suficiente. Y lo que me queda por pagar. Ese es el precio de nacer; morir.                                             Ya no hay primaveras que sean capaces de curar este invierno, ni coronas que ponerse, ni medallas que colgarse.